Eran jóvenes, no alcanzaban a medir el riesgo de sus actos; consumían drogas y se movían en un ambiente lleno de excesos. Pero cuando el amor llegó decidieron cambiar, juntos querían construir un futuro nuevo. Les cerraron muchas puertas; ya fuera por su aspecto o por sus antecedentes no conseguían trabajo, lo cual desencadenaba otros problemas, como no tener dónde vivir.
Tomaron la decisión de mudarse a una alcantarilla de 3 metros de ancho, 2 metros de profundidad y 1.4 metros de altura.
Unidos, de ese lugar tan frío y solo hicieron su hogar. Dicen que desde hace 22 años viven ahí, y que en ese pequeño agujero encuentran todo lo que necesitan para ser felices.
En el barrio los conocen como María García y Miguel Restrepo, protagonistas de esta inusual historia de amor, quienes hasta han adoptado una mascota.
Suena extraño y hasta imposible de creer, pero esta pareja es real, y aseguran que saben que su cariño es más fuerte que cualquier dificultad. Unidos lograron salir del difícil mundo de las drogas y convirtieron ese sitio sombrío y tétrico en su nido de amor.
En ese pequeño lugar tienen lo indispensable para vivir y no necesitan nada más.
Los vecinos se han portado solidarios con ellos y se mantienen al pendiente de sus necesidades, pues todos saben que no tienen familiares en la ciudad.
María y Miguel han manifestado que a pesar de ser muy felices y de estar agradecidos con la vida por cada día, tienen la constante preocupación de que un día las autoridades los hagan abandonar el alcantarillado.
Aseguran que no quieren irse, pues su ahora casa es un lugar muy acogedor. Le agregaron electricidad, calentador, una mini-cocina y hasta un televisor.
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