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Cuando éramos niños no teníamos mayor problema con ver las caricaturas. Pero si volvemos a verlas ahora, entenderemos por qué nuestros padres trataban todo el tiempo de quitarnos de la televisión, ¡esas cosas están malditas!
Bueno, no están malditas, pero sí son bastante perturbadoras. Basta con repasar algunas de las caricaturas de los noventa para ver lo extrañas y demenciales que podían ser. Además de eso, seguramente escuchaste en el patio de la escuela algunas leyendas urbanas sobre las caricaturas que te estremecieron. Aquí te presentamos ocho de las más famosas:
1. Los Pitufos antisemitas
¿Te acuerdas de los Pitufos? Eran unos duendecillos azules que parecía que siempre estaban en drogas (vivían en hongos alucinógenos, o algo así). La leyenda urbana dice que sus sombreros blancos representaban al temible Ku Klux Klan. La figuración de Gárgamel, por su parte, recuerda a la manera en que los antisemitas representaban a los judíos: avaros, viejos y con nariz puntiaguda. Finalmente, Azrael, el gato de Gárgamel, tiene el mismo nombre que el Ángel de la Muerte judío. Así que los Pitufos serían una banda de racistas.
2. Tom y Jerry
Este gato y este ratón aparecieron por primera vez en 1940, ya saben, en plena Segunda Guerra Mundial. Por aquellos años todo el mundo sabía que a los soldados ingleses les llamaban “Tommies” y a los alemanes “Jerries”. ¿Será que este ratón era en realidad un nazi que quería mostrar que era más inteligente que los ingleses?
3. Los ositos cariñositos y el vudú
A nadie se le hubiera ocurrido relacionar a los Ositos Cariñositos con el vudú, si no fuera porque algunas de las insignias que llevan en la panza se parecen a símbolos de los dioses vudú. Además su nombre en inglés (Care Bears) recuerda de alguna forma el nombre del barrio haitiano donde se supone nació esta religión: “Carefour”. ¿Será que los Ositos Cariñositos realmente le hacían a eso del vudú?
4. El pato Donald, veterano de guerra
La leyenda dice que cada vez que nos reímos de este pato, en realidad nos estamos burlando de un veterano de guerra. Según dicen, su comportamiento errático y neurótico se debe a su participación en la Segunda Guerra Mundial. Los rumores dicen que este pato alucina y tiene regresiones a la guerra, por eso está medio loco y tiene tan mal carácter. En otras palabras, se trata de la figuración de aquellas famosas enfermedades psicológicas de guerra que no permiten a los soldados integrarse de nuevo a la sociedad.
5. Toy Story 3 y el holocausto
Es triste ver cómo la gente de Pixar tiene nuestra infancia en sus manos. La escena en que los juguetes están a punto de ser quemados era la delgada línea entre la cordura y la locura para muchos de nosotros, ¿quién sabe qué hubiera pasado si los juguetes no hubieran sido rescatados? En fin, muchos creen que esta película es una alegoría del holocausto y los campos de concentración. Se supone que el kínder es un campo en donde los juguetes que “sirven” son obligados a trabajar, y los que no son enviados a la basura, en donde casualmente hay un horno gigante. ¿Cómo ven?
6. El autobús mágico y El Capitán Planeta
Haz un esfuerzo y recuerda estas dos caricaturas. No fueron tan famosas, pero seguramente las viste alguna vez. Resulta que los niños del kínder son una versión infantil de los pubertos que ayudan al Capitán Planeta, son tan parecidos que algunos dicen que estos niños crecieron e hicieron otra caricatura. Lo cierto es que en los noventa las caricaturas “buena onda” se esforzaban por mostrar “diversidad cultural”, por eso en muchas de ellas aparecían “la güera”, “el blanco”, “la asiática”, “el negro” y “el nativo americano” (¿alguien dijo Power Rangers?). Lo curioso es que en ese momento la variedad cultural no alcanzaba a los latinoamericanos (o como nos dicen los gringos, los “hispanos”). Tal vez por eso los niños que crecieron con estas caricaturas aceptan a todas “las razas” en su país, excepto a los latinos.
7. Hell-O Kitty
La leyenda urbana de esta gatita es bastante famosa. Se supone que en 1974 la diseñadora Ikaka Shimizu tenía una hija con cáncer de boca. Para que se curara, hizo un “pacto con el diablo”, se supone que ella diseñaría una famosa gata sin boca que vendería millones a cambio de la salud de la pequeña. Así surgió Hello Kitty, cuya traducción al español se supone que es “hija del diablo”. Lo que no queda claro es ¿para qué querría el diablo a una gata sin boca en los estuches de todas las niñas de la primaria en el mundo? Además, “hello” en japonés sí puede significar “infierno”, pero hija se dice “musume”, así que tal vez esto sólo sea una leyenda.
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